La liga inmaculada del Club Deportivo Orense

De Orense, la hemeroteca de El País cuenta que en 1976 “cuatro propietarios de establecimientos comerciales presentaron denuncia ante el juzgado de instrucción número uno por amenazas recibidas, una de ellas de muerte, y pintadas en sus escaparates, al negarse a cerrar los comercios los sábados por la tarde. Asimismo, denunciaron que se les había anunciado la colocación de cargas explosivas en los establecimientos de que son propietarios y que se les romperían los escaparates. Los emborronamientos las lunas de escaparates con pintura negra, así como la colocación bajo las puertas de dichos establecimientos de bombas fétidas, comenzaron a producirse a mediados del mes de octubre, cuando hubo un casi consenso general de comerciantes y sus empleados para no abrir los sábados por la tarde, un acuerdo al que unos pocos no se sumaron”. También relata que en marzo de 1978 el obispo de la diócesis de Orense cesó al párroco de Rairiz de Veiga “por poner inyecciones a las mujeres y en general por considerar incompatible con la labor pastoral de un sacerdote el ejercicio de éste como ATS, ya que por este motivo había de tener contacto directo con las féminas”.

A mediados de ese mismo año tres médicos de Orense recibieron amenazas de muerte. Al primero, de hecho, el doctor Manuel Cabaleiro, le secuestró una persona en la habitación 202 del hotel San Martín a punta de pistola y, con los pies y las manos atados y los ojos vendados, le colocó en el pecho un artefacto de catorce por catorce centímetros, “auténtico y dotado de gran potencia explosiva”, para chantajearle. Debía explotar en un plazo mínimo de 75 horas y máximo de 90. Lo llevó en el cuerpo más de 40 horas, hasta que dos artificieros de la policia se lo quitaron, tras dos horas y media de trabajo. “Suyo es el mérito, y a ellos les daría los diez millones de pesetas del rescate porque hacen un trabajo en el que arriesgan su vida por una paga ínfima para salvar a un hombre como yo, condenado a muerte”, afirmó en una rueda de prensa. Unos días después, la mujer del Manuel Montero recibió una llamada anónima que le susurró que su marido era “el segundo de la lista”. Pío Bermejo sería el tercero.

 

El Orense, intratable, ganó los 30 partidos de liga que disputó y se proclamó campeón con 60 puntos de 60 posibles y con un margen de nueve sobre el Compostela. Sin embargo, el curso siguiente volvería a iniciarlo en Tercera

 

Ya en 1990 tres jóvenes, militantes de las Xuventudes Socialistas, fueron denunciados por religiosas del colegio Divino Maestro de Orense por allanamiento de morada tras repartir gratuitamente preservativos entre las alumnas de bachillerato: “Al serles cerrada la puerta principal del colegio, los jóvenes accedieron al interior por una salida de emergencia invitados por las chicas. Los tres miembros de la organización juvenil pretendían iniciar en este centro de enseñanza religiosa una campaña con el lema ¿Sin preservativos? ¡No Jodas!’, y convocar una asamblea en el interior del colegio con las alumnas, para la que no obtuvieron autorización”. Una religiosa golpeó a un ayudante de cámara de televisión en el exterior del edificio, “al tiempo que se escuchaban gritos airados de ‘comunistas’ y ‘esto es lo que nos ha traído el Gobierno socialista’. Algunas alumnas fueron sorprendidas por una religiosa minutos más tarde, quien las recriminó diciendo: ‘¿No veis que os están llamando putas?’”, relató la citada noticia.

De Orense, la hemeroteca de El País cuenta todo lo citado, ilustrativo de la España de aquellos años, pero no llega lo suficientemente atrás para retratar la proeza protagonizada en el curso 1967-1968 por el Club Deportivo Orense, nacido en 1952 como heredero del la Unión Deportiva Orensana. La Orensana había jugado tres años en la categoría de plata, del 1949-1950 al 1951-1952, y el Orense seis más, del 1959-1960 al 1964-1965, con dos terceros puestos y un cuarto lugar. En 1967 falló en su intento de regresar a Segunda al perder contra el Xerez en el partido de desempate de la primera eliminatoria de la promoción de ascenso, en Madrid, pero lo lograría en la siguiente temporada, histórica e inolvidable. “A finales de marzo de 1968 alcanzó brusca notoriedad un equipo de Tercera ubicado en un olvidado rincón de España: el Orense, un club de una ciudad pequeña de esas de las que nunca nos ocupamos los medios salvo sevicias extraordinarias o alguna catástrofe natural. ¿A qué venía la creciente fama del Orense? Pues a que empezó a ganar partidos y no paraba: uno, cinco, diez, quince, veinte. Ni un empate siquiera”, contó Alfredo Relaño en las páginas de El País. Añadía: “La ciudad enfureció con el equipo. A principio de temporada acudían al campo unas 4.000 personas, fieles supervivientes de la desilusión anterior. En la segunda vuelta se alcanzaban los 17.000 espectadores, el lleno absoluto, y en la ciudad no se hablaba de otra cosa según avanzaban las jornadas con aquella imparable marcha triunfal”.

Tan triunfal era la marcha del Orense que, tras 26 jornadas de liga en Tercera, el Atlético le invitó a jugar un amistoso en Madrid: “Se trataba, explícitamente, de ver a sus futbolistas de cerca con ánimo de fichar a alguno o a varios de ellos”. “La invitación a jugar en Madrid hizo que corriese la información sobre el Orense y la expectación, discreta en principio, creció cuando ganó 1-3 aquel partido al Atlético. Enseguida corrió que Barça, Valencia y Atlético habían hecho ofertas por Carballeda, Pataco y Túnez, incluso que el monto de los tres podría alcanzar los 25 millones de pesetas, una barbaridad insensata para la época. El presidente del Orense, Florencio Álvarez, declara, abrumado por tanta expectación, que no piensa escuchar ninguna oferta hasta que el Orense culmine el objetivo soñado: el ascenso. El entrenador, Bouso, prudente, dice que el dinero de vender futbolistas se gasta luego en comprar otros futbolistas y que para eso prefiere quedarse con los que tiene”, apuntó Relaño.

 

Tan triunfal era la marcha del Orense que, tras 26 jornadas de liga en Tercera, el Atlético le invitó a jugar un amistoso en Madrid: “Se trataba, explícitamente, de ver a sus futbolistas de cerca con ánimo de fichar a alguno”

 

La alineación se recitaba de memoria: Roca; Varela, Astigarraga, Lozano; Ángel, Pito; Cortés, Seara, Carballeda, Pataco, Túnez. Oñate, suplente de Roca, afirmó en un reportaje en As que “el secreto de ese equipo era que jugaban los mismos once y se conocían de memoria”. “Jugábamos un 1-4-2-4. En la media éramos dos, pero los interiores ayudaban mucho. Todos bajábamos y subíamos. Aquel equipo era un acordeón perfecto”, añadió Pito. “Tenía unos compañeros increíbles: cuidaban de mí en el campo como un marqués. Éramos muy espabilados en el campo y muy buenos. No vi a nadie rematar de cabeza como Carballeda”, dijo Pataco, que dos años más tarde recalaría sin éxito en el Atlético. Carballeda, pichichi del equipo, aseguró: “Nuestro objetivo era ganar la liga, porque éramos el mejor equipo, pero nunca pensamos en ganar todos los partidos y arrasar. Cuando pitaron el final contra el Compostela fue una explosión. Invadieron el campo, me quedé sin camiseta. Este récord es único. Nadie lo va a igualar”.

EL ORENSE, UN CAMPEÓN INTRATABLE

El Orense, intratable, ganó los 30 partidos de liga que disputó y se proclamó campeón con 60 puntos de 60 posibles (entonces los triunfos valían dos puntos) y con un margen de nueve sobre el Compostela, segundo con 23 triunfos, cinco empates y solo dos derrotas contra el Orense. Los dos equipos se midieron en la última jornada, en un partido que levantó mucha expectación por si el Orense sería o no capaz de culminar un curso inmaculado. Ese 29 de abril viajaron a Santiago 2.500 aficionados, acompañados de una célebre pancarta: ‘Si no ganamos en Santiaguinho quedamos tan amiguinhos‘. Televisión Española envió un equipo al campo de Santa Isabel. Y el Orense venció por 0-1. La crónica televisiva relató: “La ciudad de Orense habla y no acaba de su equipo de fútbol. Es natural: el Club Deportivo Orense es un conjunto modesto, pero ha conseguido un récord memorable: es el único club de España que en la última liga no ha perdido ni un solo partido”. También se rendía a “los cinco de la fama: Cortés, Seara, Carballeda, Pataco y Túnez. Una delantera rompedora, de botas armadas con misiles”. El Orense cerró el curso con 98 goles a favor y con siete tantos en contra. Al final del partido en Santiago se leyó por megafonía un telegrama de Juan Antonio Samaranch, Delegado Nacional de Deportes, concediendo al Orense la Medalla de Plata al Mérito Deportivo. Ya tan solo restaba redondear la campaña con el ascenso a Segunda.

El equipo se cruzó en la primera ronda del play-off de ascenso con el Condal, filial del Barça. En la ida, disputada el 26 de mayo, el Orense ganó con doblete de Pataco. “Es necesario señalar que la figura ha sido, sin lugar a dudas, el colegiado vizcaíno señor Serrano, que con sus apreciaciones sui generis ha perjudicado a ambos conjuntos, pero más al local”, afirmó la crónica de Mundo Deportivo tras notar que “el equipo visitante no realizaba fútbol asociación, jugaba a lo que saliese, a despejar el peligro constante que se cernía sobre su puerta de la forma y manera que fuese. Por ello, sinceramente, no merecieron marcar“. El texto concluía que “con el resultado conseguido hoy el Orense le ha puesto difícil la eliminatoria al Condal. No se puede decir nada, porque todavía faltan noventa minutos por jugar y ten el fútbol ocurren cosas raras”. En las mismas páginas de Mundo Deportivo se puede leer un anuncio particular visto desde el presente: “Aprenda a nadar. Lecciones de natación. Agua templada, piscinas cubiertas”.

 

En 2014 llegaría la desaparición del club, pero los habitantes de O Couto todavía recuerdan, sea porque lo vivieron o porque se lo han contado, lo sucedido en 1968, cuando el Orense se convirtió en una leyenda del fútbol modesto español

 

La vuelta fue el día 2 de junio en el Camp Nou. El Mundo Deportivo del día del partido contó que “como dato curioso añadiremos que la directiva orensana, antes de emprender el viaje a Barcelona, ha suscrito una póliza de seguros para todos los expedicionarios por un importe de 32 millones de pesetas en caso de muerte y 16 millones en caso de incapacidad”. El entrenador visitante, Bouso, reconoció en la previa que “hoy en día, debido a las tácticas que se emplean, es difícil marcar goles y en una confrontación de esta clase, como es la actual fase de ascenso, dos goles son producto sustancial para mirar la eliminatoria con optimismo”. El Condal se avanzó en el 6′, el Orense restableció el empate en el 39′ y el Condal volvió a adelantarse en el 78′. Buscó el 3-1 para forzar el desempate, pero no lo logró. “El tercero se quedó en el camino de la posibilidad, dando como clasificado al Orense y como perdedor al Condal. Pero perder como perdió el Condal no significa desdoro. Y más después de hacer perder la imbatibilidad al adversario”. En aquella primera ronda del play-off se dio un caso singular: la eliminatoria entre el Mahón y el Gandía llegó empatada al final de la prórroga del desempate y la Wikipedia testimonia que “cada equipo tiró cinco penaltis y el empate continuaba. Al final el partido se decidió por el número de saques de esquina lanzados por cada equipo”.

El Orense caería en la segunda y definitiva ronda de la promoción de ascenso a manos del filial del Elche, el Ilicitano: 0-0 en Ourense, con dos cabezazos de Carballeda al larguero, y 2-1 en Alicante, en el encuentro jugado el 16 de junio en el campo de Altabix. Relaño escribió: “Ahí murió la leyenda. El Orense se quedó en Tercera”. El equipo celebraría el ascenso 365 días después: con cinco empates y con dos derrotas, pero con alegría final. El año 1969-1970 fue el décimo del club en Segunda, aunque acabó último y bajó de manera directa junto al Valladolid, el Murcia y el Salamanca. También bajaron el Bilbao Athletic, Osasuna y el propio Ilicitano, en la promoción de permanencia: la jugaron cuatro equipos, del 13º al 16º, y solo se salvó el Burgos, tras ganar al Terrassa. Aún residían en Segunda el Sant Andreu, el Ontinyent y el Calvo Sotelo. El Orense volvería a jugar en la categoría de plata en los cursos 1973-1974, 1974-1975, 1994-1995, 1996-1997, 1997-1998 y 1998-1999, la decimotercera y última. En la 1999-2000, ya en Segunda División B y ya como Club Deportivo Ourense, venció al Getafe y al Mallorca en la Copa antes de cruzarse con el Barça: en la ida cayó por la mínima (1-2) y en la vuelta arañó un empate histórico. El portero suplente, con tan solo 20 años, era José Juan, después cancerbero del Ciudad de Murcia, el Granada, el Lugo, el Elche, el Alcoyano o El Barrio de la Kings League.

En 2014 llegaría la desaparición del club, pero los habitantes de O Couto todavía recuerdan, sea porque lo vivieron o porque se lo han contado, lo sucedido en 1968.

Aún debe recordarlo Manuel Cabaleiro, el doctor de Ourense al que secuestraron a punta de pistola en 1978 para ponerle un artefacto de catorce por catorce centímetros en el pecho que tenía que explotar en 75 horas o noventa horas. “La historia del secuestro es una locura. Es una historia que jamás se llegó a esclarecer. Nunca se llegó a saber el motivo. Nunca se llegó a saber nada del autor material o del autor intelectual. Quedó como olvidado”, cuenta su nieto, Álvaro, tras la publicación de este texto. Desandando el camino al lado del propio Manuel, añade que en 1979 o 1980 su abuelo empezaría una etapa de unos 35 años en el Club Deportivo Orense, primero como directivo y después como médico: media vida. Después, tras la desaparición del equipo, sería uno de los impulsores de la Unión Deportiva Ourense, de la que fue directivo hasta hace solo dos años.

 


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